Bajada de tipos en EE.UU.: “La Fed confía en que las piezas sigan encajando”
Redacción Mapfre
Eduardo García Castro, economista sénior de MAPFRE Economics
En su última reunión, y por primera vez desde septiembre de 2020, la Reserva Federal de los Estados Unidos decidió recortar los tipos de interés en 50 puntos básicos (pbs) hasta dejarlos en el rango de 4,75%-5,00%. De esta manera, el organismo confirmó el giro a la baja que ya había anunciado con anterioridad, en concreto durante el simposio de Jackson Hole el pasado mes de agosto, al tiempo que despejó la incógnita sobre el tamaño del factor de ajuste. Todo ello, fue reforzado mediante un mensaje moderado, en el cual se alejaron las preocupaciones por la inflación, se mantuvo el optimismo por el crecimiento de la economía y resaltó el riesgo a la baja en el empleo.
Junto a esta decisión, se presentó una actualización de las previsiones macroeconómicas con apenas cambios en la de crecimiento del PIB, un desempleo que se pasaría del 4,2% al 4,4% en 2025, y una senda de inflación más amable, con medio punto menos para el periodo proyectado y el objetivo alcanzándose en 2026.
Los miembros del Comité tomaron una decisión prácticamente unánime a favor del recorte de 50 pbs. Al mismo tiempo, ofrecieron una hoja de ruta hacia adelante con 50 pbs adicionales de recorte para lo que resta de año, 100 pbs menos para 2025 y 50 pbs para 2026, con una visión de largo plazo que, de nuevo, se estanca entre el 2,75% y el 3,00%, indicando que el tipo de interés neutral sea probablemente más alto que en el pasado.
Por el lado del mercado, las probabilidades subyacentes derivadas del mercado de swaps han venido arrastrando una cierta errática en la fijación del tamaño del movimiento. De hecho, no apareció una preferencia clara hacia los 50 pbs (rango 60%-70%) hasta hace apenas unos días y guiada por la publicación de varios artículos de opinión en prensa
Asimismo, de forma atípica, se dieron a conocer las discrepancias en cuanto al ritmo de flexibilización monetaria por parte de los economistas (25 pbs de consenso según varias encuestas, entre ellas Bloomberg), así como la preferencia política a favor de 75 pbs. Por lo tanto, y considerando todos los factores, se puede concluir que la decisión resultó, al menos, equilibrada.
Valoración
En una primera interpretación, se puede deducir que, durante el verano, el mercado laboral se ha debilitado, la inflación ha continuado desciendo y que el crecimiento se mantiene en buena forma, fundamentales que apoyan el giro hacia un escenario más balanceado en el que un recorte de tipos de interés queda justificado. Sin embargo, una segunda revisión más cuidadosa de los datos ofrece la visión de un cierto deterioro en los mismos, algo más escéptica y en línea con el disenso de las últimas semanas.
El fundamento para esta visión parte de la tesis de que la inflación se está moviendo de manera sostenible hacia el 2%, refrendada por el último dato de septiembre que la redujo del 2,9% al 2,5% a/a. Por componentes, la dinámica siguió impulsada a la baja por los precios de los bienes y la energía, mientras que los servicios, y en concreto la vivienda, siguen manteniendo el pulso y alertan de los riesgos de dar por concluida la lucha contra la inflación antes de tiempo. De hecho, durante la rueda de prensa las cuestiones sobre vivienda tuvieron una respuestas relativamente esquivas e inconclusas.
En cuanto al ritmo de expansión de la economía, hay pocos cambios. El desempeño sigue siendo sólido y aparentemente no ofrece motivos para condicionar la decisión de política monetaria, ya que las últimas estimaciones sitúan el PIB del tercer trimestre en buena forma. De hecho, se puede reforzar la percepción de que el objetivo sigue siendo el de evitar cualquier tipo de aterrizaje.
En lo que respecta al empleo, se postula como el principal impulsor del cambio de postura monetaria, de la mano de un informe del empleo (JOLT´s) que sugiere un deterioro en datos entrantes, a una revisión ex–post de los datos del BLS (Bureau of Labor Statistics) para el mismo periodo, y una tasa de desempleo que sigue en el umbral de activar el indicador de recesión conocido como Regla de Sahm. En detalle, este primer informe se puede interpretar bajo la óptica de que el mercado laboral ya no está recalentado, puesto que la proporción entre fuerza de trabajo y vacantes ha recuperado el equilibrio pre-pandemia.
En cuanto a la tasa de desempleo, técnicamente se movió a la baja (del 4,3% al 4,2%), reforzando la idea de que, aunque hay menos contrataciones, también hay pocos despidos (las peticiones de desempleo semanales sugieren una dinámica poco preocupante). Por último, la regla de Sahm está todavía dentro en el umbral de activación; de hecho, bajó del nivel de activación de la recesión (según métricas y otras propuestas refinadas del indicador podría tener un margen más amplio), motivo por el cual no ha habido movimientos desde el NBER (National Bureau of Economic Research), juez oficial de las recesiones. En suma, una segunda lectura que indica que el debilitamiento del mercado laboral puede no ser tan grave.
Conclusión
El nivel apropiado de los tipos de interés y el ritmo de ajuste seguirán siendo una variable volátil a corto plazo. Muestra de ello es un proceso de comunicación algo accidentado (con la inyección simultanea de dosis de optimismo sobre la economía combinada con señales de alerta para responder al deterioro reciente), y las contradicciones que exponen las dificultades que enfrenta actualmente la Reserva Federal para dar una orientación clara a futuro ante una situación particularmente compleja.
A todo esto, se le suma la cercanía de las elecciones presidenciales de noviembre, factor que advierte sobre la posibilidad de tildar la decisión de la Reserva Federal de “política”. Sin embargo, la interpretación más profunda sugiere que esta decisión de política monetaria ha sido equilibrada y bajo la creencia de que, en el futuro, las piezas seguirán encajando, lo que podría dar lugar a cumplir con los sucesivos recortes mostrados en el dot plot. En este sentido, cabe esperar también que la comunicación será de alguna forma recalibrada para ofrecer algo más de visibilidad, al menos una vez que pasen las elecciones, como garantía de independencia y de estricto compromiso para alcanzar la neutralidad monetaria.