Últimas noticias:

¿Se está "japonizando" China?

Sep 18, 2024

Redacción Mapfre

Redacción Mapfre

China es la segunda potencia económica a nivel mundial, el país con mayor nivel de exportaciones y el segundo por población (adelantado muy recientemente por India). El gigante asiático no ha dejado de crecer en las últimas décadas, con aumentos del PIB que han alcanzado el 14,2% en 2007 o al 19,3% si nos remontamos a 1970. El país ni siquiera registró un descenso de este indicador en 2020, el año de la pandemia, cuando subió “solamente” el 2,1%. No obstante, la economía china ya no crece al mismo ritmo que en las décadas precedentes: sin contar con el impacto de la crisis por la Covid-19 (ese menor crecimiento en 2020 y un rebote al año siguiente), las tasas de crecimiento se acercan más al 6%, y el Gobierno ha fijado para este año su objetivo en el 5%, el mismo que en 2023.

El presidente Xi Jinping aboga por un crecimiento más sostenible, aunque China tendrá que responder a una serie de retos que han surgido recientemente y que pueden truncar esa senda, como la demografía, la crisis inmobiliaria, la deflación o el freno de la globalización.

De hecho, varios bancos de inversión y servicios de estudios publicaron en 2023 informes en los que se planteaban si China estaba entrando en una fase de “japonización”. Los analistas utilizan este término cuando un país registra un crecimiento muy bajo, cercano a cero y por debajo de su potencial de forma persistente; deflación, o subida muy baja de los precios; una política monetaria muy laxa, con los tipos de interés negativos o en el 0%, y una productividad mínima. Además, en este caso, impactan negativamente la demografía, el exceso de deuda y los problemas en el mercado de vivienda. ¿Pero quiere decir esto que China experimentará los mismos problemas que Japón durante la década de 1990?

La economía china creció un 4,7% en el segundo trimestre de 2024, por debajo de lo esperado por las autoridades del país. MAPFRE Economics destaca en su informe ‘Panorama económico y sectorial 2024: perspectivas hacia el segundo trimestre’, que China sigue con una dinámica débil el sector de la construcción, con el número de obras nuevas cayendo un 24% en oficinas y un 25% en residencial, y a nivel de obras en curso reduciéndose un 12% en el segmento residencial y un 9% en el de oficinas. Las ventas de viviendas han caído un 27% y se observa una caída abrupta en el precio de los terrenos vendidos, que ha disminuido un 61% hasta mayo. El inicio de construcciones nuevas baja más del 24,6% y la financiación al promotor lo hace un 24,9%.

A pesar de este panorama, especialmente grave si se tiene en cuenta el peso del sector en el PIB, el Gobierno tiene un objetivo formal de crecimiento para la economía cercano al 5%, el mismo que en 2023. MAPFRE Economics y otros servicios de estudios anticipan un aumento del PIB menor, del 4,6% en 2024 y del 4,1% en 2025, una desaceleración relacionada con la inversión en el sector inmobiliario y con la posible pérdida de dinamismo de las exportaciones debido a los aranceles impuestos por Estados Unidos y Europa a los automóviles y otros sectores.

Sin embargo, el Servicio de Estudios de MAPFRE destaca que la interconexión de las economías occidentales con China es de tal magnitud que los cambios son un tema de largo plazo, y el Gobierno ha hecho públicas sus intenciones de seguir apoyando a determinados sectores críticos con el fin de mantener los altos niveles de crecimiento económico.

Eduardo García, economista sénior de MAPFRE Economics, recuerda que durante años se ha hablado de la japonización de otras áreas económicas, como el caso de la Unión Europea (UE) antes de la pandemia, cuando se registraban tasas de crecimiento bajas y una subida de los precios inferior al objetivo con unos tipos de interés mínimos. “Al final, si las distintas economías toman decisiones similares a las de Japón, los resultados acabarán siendo similares”, destaca García.

En el caso concreto de China, no parece que este sea el caso. El crecimiento sigue alto, en torno a ese 5% que espera el Gobierno y en línea con la senda que marca su presidente, Xi Jinping, que quiere que los avances del PIB sean más sostenibles a largo plazo. Además, el Gobierno ha actuado rápido para evitar en la medida de lo posible el colapso del sector inmobiliario, evitando también lo que ocurrió en Japón durante esa década perdida. En términos de precios, el país ha conseguido ya dejar atrás la deflación gracias a la fortaleza del consumo (y al efecto base), mientras que, a nivel de política monetaria, el país aún tiene margen para bajar los tipos, que se encuentran en el 3,45%.

 

Japón en la actualidad

Japón tardó muchos años en recuperarse de la llamada “década perdida”, que para los analistas finalizó en 2004, cuando el país consiguió un crecimiento del PIB el 2% tras años de avances muy leves. Para este año, MAPFRE Economics anticipa un crecimiento del 0,4% y para el que viene, del 1,1%.

El Banco de Japón dio un giro a su política monetaria en el pasado mes de marzo, con la primera subida de tipos en 17 años. Tras este movimiento, el precio del dinero en el país se situó en el 0,1%, para elevarse nuevamente hasta el 0,25% en su reunión de julio, y ya ha dejado caer que seguirá dando pasos hacia la normalización monetaria. El banco central decidió también recortar casi a la mitad su programa de compras masivas de los bonos del Tesoro.

Paralelamente a este cambio de política monetaria, el principal índice de la bolsa nipona, el Nikkei 225, volvió a alcanzar en febrero su punto máximo, un nivel que no alcanzaba desde 1987, antes del crack bursátil y posterior “década perdida”. A datos de mediados de septiembre, el índice mantiene esa fortaleza y se sitúa en torno a los 36.000 puntos, aún cerca de los 38.000 de hace unos meses, a pesar de la caída que registró a principios de agosto. En lo que ya se conoce como “lunes negro”, el indicador japonés registró una caída del 12,4% debido a varios factores, como la posibilidad de una recesión en Estados Unidos y que esta se extienda al resto del mundo.

El yen japonés, por su parte, se ha debilitado frente al dólar en los últimos tres años en comparación a los niveles previos a la pandemia, una apreciación que ha sido especialmente notable en los últimos meses, coincidiendo también con esa caída de la Bolsa.

“La depreciación del yen japonés viene determinada por la subida de tipos del Banco de Japón: es necesario que el organismo controle esta fluctuación, ya que con una moneda que se debilita con tanta fuerza, lo que acaba pasando es que se importa inflación externa. El mejor ejemplo es el barril de petróleo, que se negocia en dólares. Además, como banco central, debe intentar alinearse con las políticas monetarias del resto del mundo para lograr que la divisa sea competitiva. Es lo que pasa con una economía tan abierta como la japonesa”, destaca García.

Share This