El riesgo inmobiliario se materializa en China tras decretarse la liquidación de Evergrande
Redacción Mapfre
El sector inmobiliario lleva algo más de dos años en el punto de mira de reguladores, gobierno, analistas e inversores, después de que en 2021 el gigante chino Evergrande incurriese en el impago de su deuda ‘offshore’, que en aquel momento ascendía a 300.000 millones de dólares (en torno a 304.000 millones de euros). Ahora, y tras años de litigios, el Tribunal Superior de Hong Kong ha ordenado esta semana la liquidación de la compañía, después de ser incapaz de presentar una propuesta para reestructurar su pasivo, que asciende hasta los 328.000 millones de dólares (en torno a 320.000 millones de euros).
A esos problemas de la principal empresa promotora del país, se suma el declive generalizado de la inversión inmobiliaria. Los datos de noviembre indican una contracción del 9,4% en la inversión inmobiliaria total. Concretamente, la caída es del 9% en el residencial, del 10% en oficinas y del 17% en espacios comerciales. El inicio de construcciones nuevas baja más del 20% y la financiación al promotor lo hace un 13,4%. Así, el índice del clima en el sector inmobiliario lleva tres años cayendo y se sitúa en 93,4 puntos.
MAPFRE Economics, el Servicio de Estudios de MAPFRE, identifica como uno de los principales riesgos para la economía global la tensión financiero-inmobiliaria que vive China, especialmente si se tiene en cuenta que el porcentaje de PIB que representa el conjunto del sector inmobiliario es similar al que tenía España cuando estalló la crisis del ladrillo.
No obstante, la orden de liquidación de Evergrande, de ser ordenada, podría resultar incluso positiva para el sector inmobiliario: se está reconociendo el problema y poniendo en práctica la solución.
Además, esta crisis inmobiliaria es de carácter local, mientras que en otras como la de Estados Unidos en 2008, que desencadenó la crisis financiera, fue mucho más internacional: titulizaban esa deuda inmobiliaria y luego la vendían a inversores de todo el mundo.
“Es un riesgo de elevada vigencia y probabilidad con un coste real considerable, pero su centralidad no es tan grande como la intuición pareciera indicar, dado que la economía china está relativamente aislada financieramente hablando del mundo”, explica MAPFRE Economics en su informe ‘Panorama económico y sectorial 2024’.
El Gobierno chino ha tomado varias medidas para ayudar a gobiernos regionales con tensiones financieras e intenta abordar los desafíos en el mercado inmobiliario, como las dificultades de grandes promotores. Por ejemplo, ha relajado la política monetaria para mantener el flujo de crédito, al mismo tiempo que anuncia un soporte fiscal inesperado de un billón de yuanes, aumentando el déficit al 3,8% del PIB.
Actualmente, el crecimiento del país se mantiene gracias a sectores como la producción de automóviles, donde ha superado a Alemania y Japón, aunque previsiblemente, este irá reduciéndose de forma progresiva a medida que el país va convergiendo hacia economías desarrolladas.
Así, el Servicio de Estudios de MAPFRE anticipa en su escenario base un aumento del PIB del 4,4% este año y del 4% para el que viene, mientras que, en el estresado, este se reduciría al 3,5% en 2024 y al 3,7% en 2025.
Pese a estas cifras, peores que otros años, China muestra avances marginales respecto a la edición anterior del informe Panorama, con el rango de crecimiento situándose en un nuevo potencial que podría estar por debajo del 5% y un riesgo de deflación que no se disipa, dado que los apoyos del gobierno siguen siendo cautelosos. Este binomio, acompañado de la crisis inmobiliaria no resuelta y su menor presencia en las cadenas de suministro, se traduce en una menor contribución global al crecimiento, pero también una menor fuerza deflacionaria difícil de sustituir.
Otro factor importante que destaca MAPFRE Economics es que es necesario que haya el máximo entendimiento posible entre las autoridades de Hong Kong, donde se ha fallado la liquidación y cotiza la compañía, y China, donde se encuentran la mayoría de los activos. Ambos territorios llevan varios años en una situación de tensa calma, después de que los hongkoneses saliesen a la calle masivamente en 2019 para protestar, entre otras cosas, contra los retrocesos en materia de libertades públicas.
Las tensiones con Taiwán también están en la agenda de riesgos para este año, especialmente desde las elecciones del pasado 13 de enero, en el que se alzó vencedor Lai Ching-te, líder del Partido Progresista Democrático (PPD) y que defiende la independencia de la isla frente a los reclamos de soberanía por parte de China.
“Se trata de un aspecto central en la disputa entre Estados Unidos y China. Es previsible que la reciente victoria del partido que ya gobernaba mantenga el statu quo con respecto a China, a diferencia de la oposición, más proclive a la negociación, pero se descarta un conflicto abierto por el momento, al no estar en el interés de ninguna de las partes”, explica MAPFRE Economics.