Buscando la rentabilidad social a través de nuestras inversiones
Redacción Mapfre
La sostenibilidad es un concepto que está en boca de todos. El confinamiento más duro vivido durante la pandemia ha llevado a la gente, y especialmente a las grandes empresas, a tener una mayor concienciación sobre las Inversiones Socialmente Responsables. Fue MAPFRE en 1965 el que, por medio de los estatutos fundacionales y asumiendo la responsabilidad social corporativa, se convirtió en uno de los pioneros en incorporar este término. Desde ese momento, el Grupo asegurador no ha dejado de crecer de la mano de esta filosofía hasta actualmente “tener cierto liderazgo respecto a otras compañías”, afirma José Luis Jiménez, director general de inversiones, en conversaciones con Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.
Ambos reconocen la necesidad de no solo tener un negocio fuerte, sino también de que ese negocio se genere de forma correcta y así devolver parte del beneficio a la sociedad. Como muestra de ello, “MAPFRE movilizó más de 250 millones de euros durante la pandemia, además de donar al CSIC para el desarrollo de su vacuna contra el Covid-19 y crear el fondo Inclusión Responsable, invirtiendo en empresas que fomentan el acceso al trabajo de personas con discapacidad”, afirma José Luis Jiménez. Por todo ello, subraya que “en el ADN de la compañía está hacer las cosas bien”.
No obstante, explican que el sector asegurador, antes de la pandemia, había dejado de lado la parte social para centrarse más en la parte medioambiental. Hoy en día, la crisis epidemiológica ha dejado una huella social, de forma que las compañías “están haciendo todo lo posible por minimizar el impacto del virus”.
Frente a lo que consideran eco postureo o greenwashing, el economista defiende el acuerdo de MAPFRE con la Universidad de Siena, que “evalúa el impacto de las carteras sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, como un paso más en la apuesta del Grupo por la rentabilidad financiera y social.
Con todo esto, los expertos creen que el compromiso de incluir esta filosofía a todos los fondos, e incluso a la totalidad del balance, está en proceso. “El 90-95% de las empresas que invertimos tienen calificación alta o muy alta en materia ASG. Y esto no es un fin, sino un medio por el que vamos transitando. Cualquier pequeño paso importa”, sentencia Matellán.