Claves para surfear la reciente volatilidad
Redacción Mapfre
Tras el desplome del 3,55 % durante la semana pasada en el mercado de valores (según la valoración del S&P 500), que eleva la pérdida acumulada en 2022 a cerca de un 13 % (y casi un 17 % en el caso de los valores de pequeña capitalización), a muchos inversores les ha invadido el pánico.
Perder dinero es una experiencia desagradable, aún peor en el caso de los ahorros que te han confiado los clientes y que tanto les ha costado ganar. Sin embargo, en palabras de Jonathan Boyar, CEO de Boyar Value Group, "existe una diferencia considerable entre una pérdida temporal sobre el papel y la pérdida definitiva de capital".
En los últimos años hemos se ha vivido una volatilidad muy baja (con la notable excepción de marzo de 2020), por lo que esta brusca reversión se hace especialmente difícil. No obstante, en cualquier año normal desde 1980, el mercado de valores ha venido experimentando una caída media del 14 % entre sus valores máximo y mínimo. Y, en los años con elecciones de medio mandado, tradicionalmente se han observado retrocesos intraanuales (según LPL Financial, una media de un 17 %). Asimismo, los años con elecciones de medio mandato suelen provocar grandes repuntes a final de año, aunque este ha sido de todo menos normal.
Qué preocupa a los inversores
"Los inversores de hoy en día se preocupan por un montón de cosas, desde la inflación y las tasas de interés hasta la COVID-19, los confinamientos y la ralentización económica de China, pasando por la guerra de Ucrania", declara Boyar. Y añade que, "si bien no le resto gravedad a estos problemas, es cierto que los inversores siempre encuentran motivos para vender acciones". Los actores de los mercados han sobrevivido a numerosas vicisitudes desde 1940: el magnicidio de un presidente en ejercicio de los EE. UU., la crisis económica de la década de 1970, los atentados del 11-S, la crisis financiera y la Gran Recesión y, en fecha más reciente, el estallido de la COVID-19. Sin embargo, la recompensa ha sido grande para los inversores que han seguido en la brecha sin rendirse.
Tal como se apunta más arriba, la inflación es uno de los factores que más preocupa a los inversores en la actualidad. En los últimos 25 años, más o menos, se ha mantenido razonablemente estable, pero hace poco ha alcanzado el nivel más alto en 40 años. Si bien históricamente el comportamiento de los valores es malo cuando la inflación sube, una vez alcanza el punto máximo sucede lo contrario. Según datos de Bloomberg y Leuthold, desde 1950, el índice S&P 500 ha subido una media del 13 % en un periodo de 12 meses a continuación de todos y cada uno de los últimos 13 máximos de inflación. Así, pues, la pregunta es: ¿ha alcanzado la inflación su valor máximo? Naturalmente, nadie puede asegurarlo, pero existen indicios que sugieren que el final de esta inflación desbocada podría estar cercano.
Seguir en la brecha
Según Boyar, lo peor que pueden hacer los inversores es vender durante un momento de pánico. El S&P 500 ha aumentado aproximadamente un 7,5 % cada año desde 2001; aun así, el inversor medio ha obtenido una rentabilidad de tan solo un 2,9 % anual. ¿Por qué? Pues porque la gente vende y compra acciones con el corazón y no con la cabeza. Compran cuando las perspectivas son halagüeñas (y las valoraciones más elevadas) y venden cuando las cosas se ponen feas (y las valoraciones son más bajas).
"No sé cuánto tiempo más va a durar esta venta incesante, pero creo que hay un montón de empresas de gran calidad en posición de tener un buen rendimiento a medio y largo plazo y que están vendiendo con una rebaja considerable con respecto a lo que valen en realidad", afirma Boyar. "Es posible que el corto plazo sea algo convulso, pero soy optimista de cara al futuro". En realidad, ahora es cuando los inversores deberían pensar en aumentar su exposición financiera: tradicionalmente, el mejor momento para invertir es cuando presientes lo peor. Incluso los inversores con más experiencia y éxito son reticentes a dar este paso, sobre todo cuando los precios siguen bajando, pero, históricamente, las mayores rentabilidades se han alcanzado al comprar acciones de grandes empresas a la baja y mantenerlas a largo plazo.
¿Por qué no vender ahora y comprar cuando la situación se estabilice?
Boyar reconoce que "en algunas ocasiones, los clientes nos preguntan por qué no vendemos en momentos de declive y esperamos a que la situación se 'estabilice'. Por sencillo que parezca, es imposible llevar esta idea a la práctica, y supone un grave riesgo para el “bienestar financiero” de los inversores". Tal y como ha señalado el legendario inversor Howard Marks, perderse solo unos días puede comerse la rentabilidad a largo plazo. Según los datos de JP Morgan, durante el periodo 1999-2018, la rentabilidad anual del S&P 500 fue del 5,6 %, cifra que cayó hasta únicamente el 2,0 % en el caso de los inversores que se perdieron las diez mejores sesiones bursátiles (apenas un 0,4 % de las sesiones totales durante ese periodo). Los inversores que tuvieron la mala suerte de perderse las veinte mejores sesiones bursátiles no ganaron nada. Los mejores días de mercado suelen suceder a los peores días, y es probable que los inversores que venden en esos momentos de pesimismo máximo se pierdan la recuperación.
Motivos para el optimismo
Es cierto que los titulares actuales dan miedo, pero no todo el panorama es negativo. Los consumidores estadounidenses están en una situación bastante buena. La tasa de paro y el nivel de deuda están en mínimos históricos, la capitalización de los principales bancos estadounidenses es muy buena y parece que lo peor de la COVID-19 ya ha pasado. Es más, uno de los principales signos alcistas es la sensación tan negativa que existe en la actualidad. En un estudio reciente de la Asociación Estadounidense de Inversores Particulares, se ha mostrado que es la más pesimista desde marzo de 2009 (el mes en que el mercado tocó fondo y mejoró al 23 % en el año).
Como le sucede a todo el mundo, la reciente volatilidad del mercado de valores causa inquietud. No podría ser de otro modo y no hay manera de suavizarlo, la volatilidad es algo difícil de sobrellevar. Sin embargo, las correcciones forman parte del proceso de inversión: sin ellas, quienes seleccionamos los valores no tendríamos ocasión de comprar acciones con grandes descuentos. Esta volatilidad es la que nos ofrece la posibilidad de generar una mayor rentabilidad a largo plazo frente a otros tipos de inversiones.