Una mirada al futuro del mercado de valores de EE. UU.
Redacción Mapfre
En 2022, cualquier cosa podría salir mal, ya esté relacionada con ómicron u otras posibles variantes de la COVID-19, una política errónea de la Reserva Federal, la inflación desbocada o las tensiones geopolíticas con China y Rusia, entre otros. No obstante, intentar predecir el futuro, por no hablar de la reacción del mercado, es una empresa inalcanzable. Siempre habrá «motivos para no invertir», y resulta prácticamente imposible predecir el futuro a corto plazo. En su lugar, los inversores deberían centrar la atención en la adquisición de grandes empresas con una valoración atractiva, inclinando así la balanza a su favor en el largo plazo.
Seguimos siendo optimistas de cara al futuro, en parte a raíz de la situación del consumidor estadounidense. El pago de la deuda como parte de la renta neta se mantiene en el 9 %, próximo al nivel más bajo de todos los tiempos y lejos del 13,2 % que se alcanzó en el último trimestre de 2007, justo antes de la crisis del ladrillo. Es más, en un momento en el que las acciones rozan su máximo de todos los tiempos, en un mercado inmobiliario estadounidense fuerte, el patrimonio neto de las familias no ha alcanzado nunca un nivel tan elevado (150.788 millones de dólares, frente a los 70.726 del tercer trimestre de 2007). En nuestra opinión, uno de los riesgos de la recuperación sostenida es la acumulación de efectivo, teniendo en cuenta que la economía estadounidense se mueve en gran medida por el consumo.
La pregunta del millón es si el S&P 500 seguirá en esta dinámica positiva por cuarto año consecutivo. Es cierto que las rachas positivas trienales no son raras (desde 1927 ha habido once), pero también hemos visto desplomarse el S&P 500 tras seis de esas rachas. Muchas de las principales empresas que obtuvieron tan buenos resultados en 2021 (y que han invertido su trayectoria en lo que llevamos de 2022) fueron las preferidas de los inversores Robinhood. Con frecuencia, la prensa popular sugiere que esta nueva clase de jóvenes inversores que ha irrumpido en el mercado debería influir de forma positiva en la trayectoria de los títulos a largo plazo, lo que nos hace recordar las historias similares sobre los operadores intradía que se escribieron en los años previos al hundimiento de las puntocom.
Sin embargo, cuando finalmente estalló la burbuja, esos operadores intradía sufrieron pérdidas tan cuantiosas que abandonaron por completo el mercado y, en muchos casos, tardaron muchos años en volver. En un momento en el que muchas de las empresas de mayor éxito han perdido al menos el 50 % de su valor, será interesante comprobar si este nuevo tipo de inversor saldrá del mercado del mismo modo.
La inteligente estrategia de la visión a largo plazo
Los inversores individuales inclinan la balanza del éxito de las inversiones a su favor cuando perseveran y adoptan una visión a largo plazo. Aun así, los datos de Dalbar muestran que, en los últimos veinte años, cuando el S&P 500 promedió un incremento anual del 7,5 %, el inversor medio tan solo ganó un 2,9 %, lo que apenas superó la inflación del 2,1 % en ese periodo. ¿Cuál es el motivo de un rendimiento tan pobre? En parte, que los inversores se dejan llevar por el corazón y se dedican a perseguir la última moda en materia de inversión (o a acumular acciones en los picos del mercado y venderlas en los momentos valle) y, en parte, porque venden por motivos no fundamentales, como un incremento del precio de la acción de una compañía (o de un índice).
No obstante, la historia nos enseña que adoptar una visión a varios años inclinaría las probabilidades de éxito a favor de los inversores. Según datos de JP Morgan, las rentabilidades anuales del S&P 500 desde 1950 han oscilado entre el 47 y el -39 %. Sin embargo, en cualquier periodo de cinco años, este intervalo se reduce a entre el 28 y el -3 % y, en cualquier periodo de veinte años, a entre el 17 y el 6 %. En resumen, desde 1950 no ha habido nunca un periodo de veinte años durante el cual los inversores no hayan obtenido al menos un 6 % anual en el mercado de valores. Por supuesto, rendimientos pasados no garantizan rentabilidades futuras, pero la historia nos demuestra que, cuanto mayor plazo te concedes, mayores posibilidades hay de conseguir una rentabilidad satisfactoria.
Jonathan Boyar, CEO de Boyar Value Group