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Los mercados emergentes, en jaque por el Covid-19

Nov 2, 2021

Redacción Mapfre

Redacción Mapfre

La crisis del coronavirus ha evidenciado un mundo a distintas velocidades: a lo largo de la primera mitad del año, la campaña de vacunación, los estímulos fiscales o las medidas sanitarias para minimizar los efectos de la pandemia han sido desiguales entre países, y más aún entre continentes. Como consecuencia, las regiones más desarrolladas han podido reabrir gradualmente sus economías, lo que ha supuesto un respiro temporal para la sostenibilidad del sistema.

Una vez superada la primera fase del Covid-19, la capacidad de recuperación ha sido superior en los países con una menor necesidad de financiación y con una cuenta comercial en superávit dinamizada por el repunte del precio de las materias primas. Según el último Informe Panorama Económico y Sectorial: Perspectivas hacia el cuarto trimestre, estos factores han provocado una divergencia en aquellas regiones con un control más liviano de la pandemia y con una economía más dependiente de los flujos externos. Sin embargo, aquellos estados con mayor grado de integración en las cadenas de suministros globales, y acompañados de una recuperación de la demanda externa, se beneficiaron de la reactivación de la economía.

Todo ello ha puesto de relieve la vulnerabilidad de los países emergentes cuyos factores asociados a la fortaleza macroeconómica o el ahorro fiscal han servido como diferenciadores en el momento de afrontar los elevados niveles de gasto público y endeudamiento. El Índice de Riesgo Emergente (ERI, por sus siglas en inglés), elaborado por el Servicio de Estudios de MAPFRE, remarca en este sentido “las debilidades que afectarán al desarrollo de la estabilidad de los países emergentes para este año y el próximo, mostrando además los efectos diferenciales producidos por la disrupción económica provocada por la pandemia”.

LAS REGIONES MÁS AFECTADAS

Entre los mercados emergentes analizados, muchos de ellos han sufrido las consecuencias del Covid-19, especialmente en Sudamérica. Sin ir más lejos, Argentina, con un ERI de 67,89 puntos (el índice califica de riesgo muy elevado cuando la cifra está entre 70 y 40 puntos), es la región analizada con mayor vulnerabilidad, si bien “la recuperación de la actividad económica, el favorable proceso de negociación de la deuda externa o los resultados positivos en la cuenta corriente” han servido de contrapeso al contexto actual. No obstante, el informe señala también que el país cuenta con “un limitado acceso al endeudamiento exterior, inestabilidad de la divisa y la necesidad del reequilibrar sus presupuestos”. En un nivel similar se encuentra Turquía, en cuyo estudio añade, además, la elevada inflación y su incapacidad de canalizar las inversiones hacia el sector privado.

La realidad es que la situación de Argentina no es más que una de las muchas que se han replicado en otras zonas del continente, como es el caso de Colombia, donde los riesgos han ido al alza al registrar un déficit por cuenta corriente y tras el fracaso de su reforma tributaria. En esta línea, y redirigiendo la mirada al continente europeo, Rusia mostró un ligero retroceso en el ERI respecto al último informe, donde la principal preocupación deriva del “deterioro del crédito medio de su sistema financiero en términos de NPL’s (Non Performing Loans)”, afirman los expertos del Servicio de Estudios.

A fin de cuentas, la evolución del Índice de Riesgo Emergente confirma que la situación no está todavía controlada. La gran mayoría de los países del informe deben poner cartas en el asunto y abordar los problemas que están menoscabando sus economías en pos de minimizar los riesgos coyunturales y recuperar la actividad previa a la pandemia.

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