El mercado, a la espera de mayor claridad: un buen momento para diversificar la cartera
Redacción Mapfre
Informe mensual de MAPFRE Gestión Patrimonial
El inicio de año ha comenzado con un pequeño ajuste de las expectativas del mercado en cuanto la evolución de los tipos de interés y los beneficios empresariales. El péndulo se encuentra ahora un tanto inmóvil tras haberse posicionado en uno de los extremos durante los últimos dos meses de 2023 y sigue a la espera de dibujar con mayor claridad lo que los mercados financieros pueden esperar de este año 2024 (algo que podría producirse a finales de este primer trimestre).
Mientras tanto, estos pequeños ajustes van por buen camino, dado que la expectativa de seis o siete recortes de tipos de interés, tanto en Estados Unidos como en Europa, nos parecían excesivos. Ya sea por unos datos macro que continúan mejorando, como por unos resultados empresariales que han sorprendido al alza, lo cierto es que no se dan las condiciones para que los bancos centrales tengan que recortar tipos de interés con tanta premura como descontaba el mercado al inicio del mes.
Y en esa misma línea se han expresado durante las últimas semanas los diferentes portavoces de la Reserva Federal estadounidense (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, este ajuste de las expectativas que no hace mucho tiempo hubiera provocado una caída en los activos de riesgo, no se ha producido durante enero, puesto que el escenario en su conjunto es positivo para los mercados financieros.
Cabe preguntarse por tanto si en este escenario positivo los riesgos han desaparecido. Sobre todo, a colación de los titulares que se pueden leer en algunos medios del tipo “stronger for longer” (más fuerte por más tiempo) o “flying free” (volando libre) con respecto al buen momento en el que se encuentra la economía norteamericana pese a mantener los tipos en el 5,5%. Buena parte de esa fortaleza se ha derivado de impulsos fiscales y una fuerte reducción de los ahorros, factores ambos que estarían cerca de perder su impacto en los próximos meses. Por tanto, el optimismo estaría justificado, pero como siempre, en su justa medida.
Perspectivas divergentes
Estados Unidos parece seguir liderando el crecimiento a nivel mundial como bien apuntan la evolución de las expectativas de crecimiento. Además, en este arranque de año los datos conocidos siguen apuntando a que este podría continuar en el corto y medio plazo salvo accidente financiero o crisis geopolítica mundial.
Esta situación boyante en Estados Unidos (aunque ya hemos matizado que se ha basado en dos factores que parecen estar perdiendo fuerza), contrasta con el débil crecimiento en Europa, que sigue muy lastrada por la economía alemana. La situación en el país no parece que vaya a cambiar en el corto plazo, puesto que la producción industrial se ve muy perjudicada por el aumento de los gastos energéticos y su dependencia de China. Además, pese a que el déficit público continúa muy controlado y la deuda/PIB se sitúa en el 70%, no parece que el gobierno de Olaf Scholz vaya a utilizar el impulso fiscal como una herramienta de apoyo económico.
Para que podamos observar un crecimiento sólido, necesitaríamos un aumento de la productividad (el impacto de la inteligencia artificial parece todavía prematuro en este sentido) y/o un importante aumento de la inversión en capital (ya sea humano o de bienes). Por el momento, no vemos que ninguna de estas condiciones se vaya a dar, por lo que el crecimiento se mantendrá frágil y muy expuesto como hemos comentado a algún evento negativo.
¿Está el sector manufacturero de vuelta?
Sin duda sería una gran noticia. Tras haber sufrido en un primer lugar graves problemas en las cadenas de suministro derivadas de los cierres durante la pandemia, las empresas de manufacturas se enfrentaron a un segundo problema: una cola de pedidos que tenían pendientes en un momento en el que los precios energéticos se habían disparado. Una vez que estos problemas se fueron resolviendo, muchas de estas compañías se encontraron con unos niveles de inventarios muy altos debido a que el gasto de los consumidores derivó más hacia el sector servicios y a que las perspectivas de crecimiento para 2023 eran muy negativas a comienzos del año pasado.
Así pues, tras casi dos años de travesía por el desierto en el que sentimiento en el sector era muy negativo, las últimas lecturas de confianza empresarial parecen apuntar a un cambio de tendencia. Es cierto que dos datos por sí solos no marcan tendencia, pero de continuar esta mejora en los próximos meses, ambas economías (estadounidense y europea) verían así volver un pilar fundamental para el crecimiento que había estado desaparecido durante los últimos dos años.
La lectura que podría hacer el mercado de este posible cambio de tendencia tiene dos caras contrapuestas: por un lado, una recuperación de un sector que se ha mantenido muy deprimido supondría un nuevo impulso al crecimiento (aunque en las economías más desarrolladas es el sector servicios quien lidera el crecimiento), pero por otro lado, generaría más empleo reduciendo así la necesidad por parte de los bancos centrales de recortar tipos de interés. Tal y como hemos dibujado en la imagen de portada de este informe, tendremos que esperar a que se vuelvan a encender las luces.
Beneficios empresariales
Tras un inicio de temporada de resultados dubitativo, la situación ha mejorado bastante a raíz de la publicación de las cuentas de empresas tan importantes como Amazon, Meta o Netflix en Estados Unidos y ASML, SAP o Unicredit en Europa. A falta de conocer los resultados de Nvidia, es muy probable que vayamos a terminar el año 2023 con un crecimiento de los beneficios plano en Estados Unidos y por encima del 5% en Europa.
La razón principal de esta mejora ha sido el amplio margen por el que han superado las expectativas de los analistas muchas compañías importantes, aunque sin lugar a dudas, quien ha decantado la balanza hacia un trimestre más positivo de lo esperado han sido las siete Magníficas (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Tesla y Meta).
Este grupo de compañías supone ya el 28% del peso total del S&P500 y han visto crecer sus beneficios un 44,7% frente al 36,6% esperado. Por si fuera poco, tras unos trimestres con un margen neto a la baja, en su conjunto han vuelto a superar el máximo alcanzado unos años atrás situándose en el 21,7%. Y todo ello pese a que los resultados de algunas de ellas como Tesla, Alphabet o Microsoft no fueran del todo bien recibidas por el mercado. Estos resultados han animado a los analistas a revisar sus expectativas de beneficios para el año 2024 y 2025 (especialmente en Estados Unidos), por lo que como comentamos anteriormente, hay razones para ser moderadamente positivos en renta variable si nos atenemos a un análisis fundamental.
Conclusiones
Pese a que todavía no nos hemos referido a ella como en informes anteriores, la inflación sigue siendo la variable más importante porque de ella dependerá en buena medida las decisiones de los bancos centrales. En este sentido, los últimos datos siguen apuntando hacia una inflación que sigue su camino (lento pero inexorable) hacia el objetivo del 2% y unas expectativas que se mantienen bien ancladas.
Los bancos centrales siguen trasladando el mensaje de que no se necesitarán tantos recortes de tipos este año y que solo llegarán cuando se tenga un fuerte convencimiento de que el objetivo ha sido conseguido. La liquidez en el sistema ha dejado de ser un gran lastre lo que no deja de ser una buena noticia dado que no se ha producido ningún accidente por ese lado.
Para los mercados, la situación macro invita a cierto optimismo (la situación ha mejorado en este comienzo de año) pero hay que ser precavidos (como demuestra el comportamiento de los sectores de consumo básico frente el discrecional en lo que llevamos de año). Estamos al comienzo de una etapa de cambio de política monetaria (podemos afirmar ya con rotundidad que los bancos centrales han terminado con su política de subida de tipos) y la dependencia de los datos hace que los movimientos sigan siendo muy bruscos.
Los inversores tendrán que seguir esperando el devenir del mercado durante los meses de febrero y marzo para tener una imagen más clara de que podemos esperar para el año en su conjunto y por ende, reposicionar las carteras si fuera necesario. Nuestra recomendación sigue siendo la de aprovechar la situación para continuar diversificando la cartera y preparándola para lo que pueda llegar.