Los fondos aprovechan el mejor arranque en Bolsa desde 2001
Redacción Mapfre
“No intente predecir la dirección del mercado de valores, de la economía, de los tipos de interés o de las elecciones”. Esta recomendación viene de un gurú, de Warren Buffet, y cobra sentido cuando uno ve lo que ha ocurrido en los mercados en el primer mes del año, el mejor que se ha vivido en Bolsa desde 2001. Y es que pocos expertos se atrevían a aventurar este arranque del ejercicio en un contexto macroeconómico y geopolítico de semejante incertidumbre, después de varios meses en el que ni el inversor más conservador se libró de las fuertes pérdidas.
Pero ha ocurrido. El Ibex 35 y el EuroStoxx 50 han registrado un avance superior al 9,7%. Al otro lado del Atlántico, el S&P 500 lo ha hecho con el 5,5%.
El economista jefe de MAPFRE Inversión, Alberto Matellán, apunta cinco razones que explican este comportamiento:
- Sorpresas positivas desde el punto de vista macroeconómico. Desde finales de diciembre, los datos publicados han batido las expectativas del mercado, sin excepciones, en particular en Europa.
- Una inflación que tiende a la baja. Esto gracias a la caída del precio de la energía, lo que, a su vez, ha tenido un impacto positivo en las cuentas de resultados que las empresas están publicando estos días.
- El tono de los bancos centrales. La llamada tasa terminal (o nivel máximo al que pueden llegar los tipos) no se ha movido o incluso se ha reducido en las últimas semanas. Eso alivia a unos mercados, que vivieron su último susto a principios de diciembre con el BCE.
- La reapertura de China. Además de por las medidas de relajación contra el Covid, también por la aplicación de políticas expansivas. Esto arrastra a Europa y, sobre todo, constituye una gran esperanza para los inversores.
- La liquidez, uno de los factores clave del mercado. En un contexto de subidas de tipos, se esperaba un 2023 en el que se prolongara la restricción de liquidez, algo reforzado por la anunciada reducción de balance de los bancos centrales. Sin embargo, las últimas semanas ha ocurrido todo lo contrario, ya que a una restricción mucho menor de lo previsto por parte de los BCE se ha unido el dólar, el precio de la energía y el incremento del multiplicador monetario chino para ayudar a que exista un incremento en esa liquidez.
En este contexto, los fondos de MAPFRE se han visto muy beneficiados. Según datos a 31 de enero, todos los fondos dentro de la categoría de renta variable se han apuntado alzas de entre el 4% y el 12%. El MAPFRE Inclusion Responsable, fondo ESG gestionado por Manuel Rodríguez de Coca dentro del artículo 8, es el que mejor comportamiento presenta en este primer mes de enero, con un 11,91% y un +2,44% respecto a su índice de referencia. Se trata de un producto que incorpora en carteras aquellas empresas que apuestan por la inclusión laboral de las personas con discapacidad.
A este fondo, le sigue el MAPFRE AM US Forgotten Value, fondo que nació de la alianza entre MAPFRE AM y Boyar Value Group y que busca las mejores oportunidades en el segmento small y mid-cap de EEUU. Recientemente, Jonathan Boyar, Director de The Boyar Value Group y Asesor del fondo, analizaba tres empresas que mantiene el fondo en cartera. En el primer mes, ha subido un 8,8% (10,8%, en dólares).
Y, por último, cierra el podio el MAPFRE AM Behavioral Fund, gestionado por Luis García. La peculiaridad de este producto, que también supera el 8% en el mes, es que trata de buscar compañías cuyos negocios se encuentren temporalmente infravalorados por el mercado, como consecuencia de los sesgos psicológicos y el comportamiento irracional del mercado. Trata de identificar situaciones en las que los sesgos psicológicos de los inversores hagan que estos no valoren de forma correcta el negocio de una compañía. Sus mayores exposiciones son empresas deportivas, en concreto, equipoos de fútbol.
¿Optimismo duradero?
En cualquier caso, el escenario podría cambiar en algún momento de los próximos dos meses, según Matellán, por dos razones. Por un lado, porque los pilares que sustentan este optimismo son algo frágiles. Por ejemplo, respecto al primero, pese a que se han conocido “mejores datos de lo previsto”, el crecimiento sigue siendo muy débil. Un ejemplo es el último dato del PIB alemán, que se publicó a comienzos de semana. Por lo tanto, “todo ello puede suponer una bofetada de realidad”.
A esto se suma la propia operativa de los inversores. Cada año comienza con un escenario, o una composición de lugar, que los operadores arrastran de cómo ha terminado el año anterior. Cuando se empiezan a conocer datos del año en curso, ese escenario tiene a reajustarse a los mismos. Por ejemplo, cuando se empiezan a conocer datos de inflación de 2023 podremos tener ya alguna información de cuánto pesa el efecto base o China. Ese reajuste se suele producir normalmente hacia marzo. Y 2023 no tiene por qué ser diferente.
Por tanto, la gestión activa y la apuesta por el largo plazo, vuelve a ser clave en este contexto (en 2022, más del 50% de los gestores batieron el S&P500, algo que no ocurría desde 2009). “Se ha corrido ya mucho y, aunque parece que a la tendencia le quedan todavía algunas semanas por delante, normalmente el inversor basado en adivinar el timing de mercado suele sufrir pérdidas a largo plazo”, concluye Matellán.
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