Japón, un mercado que gana atractivo para los inversores
Redacción Mapfre
El pasado 22 de febrero, el Nikkei 225, principal indicador de la Bolsa japonesa, consiguió cerrar por fin con un nuevo máximo histórico, por encima del récord de diciembre de 1989. En lo que va del año, el índice acumula un rally de en torno al 20%. Recuperar este nivel ha sido muy complicado para los mercados japoneses, que han tardado décadas en volver a esos máximos.
Los inversores aún tienen viva en la memoria la crisis que atravesó el país en la década de 1990, que se conoce como “la década perdida”: crack bursátil en 1989, seguido del estallido de la burbuja inmobiliaria y de crédito. Tras multiplicarse por cinco el índice Nikkei 225 entre 1980 y 1989, a finales de ese año se produjo un crack que hizo que el valor se redujese un 40%, caída que se amplió hasta el 63% en dos años.
El valor de los bienes inmuebles se multiplicó en las décadas previas al estallido de la burbuja. El déficit del Estado se disparó durante la década de 1990 y los precios se redujeron por todo el país: no se alcanzó el nivel de 1990 hasta 2007. En 1997, se produciría la quiebra de entidades bancarias que ya llevaban unos años tambaleándose.
A todo esto le siguieron décadas de crecimiento muy débil, inflación baja y una política monetaria flexible, un fenómeno al que se ha denominado “japonización de la economía”.
En todos esos años, ha sido China quien ha captado la atención de los inversores, pero ahora, es el gigante asiático quien se enfrenta a problemas en el sector inmobiliario, contracción en las exportaciones y caída de la inversión extranjera, entre otros, mientras que Japón está ganando atractivo para los inversores.
Una de las ventajas es el tipo de cambio atractivo. “El tipo de cambio japonés lleva muchas décadas cayendo, pero dentro de esa tendencia, se ha ido fuera de lo razonable en relación con las circunstancias macroeconómicas. Los inversores han aprovechado el momento para entrar en la divisa”, destaca Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.
Asimismo, el país tiene una política monetaria diferente a la del resto de principales mercados, con los tipos de interés en negativo, en el -0,1%, con una inflación mucho más baja debido a razones estructurales y una mayor inversión productiva. “Estos factores hacen que el país esté en una situación competitiva mucho mejor que la de otros competidores asiáticos. Su perspectiva es bastante positiva y ahora mismo, es un mercado bastante atractivo”, incide Matellán.
Jonathan Boyar, director de Boyar Value Group y asesor del Forgotten Value Fund de MAPFRE AM, coincide, y considera que la fortaleza del mercado nipón es bastante racional, “lejos de parecerse a las burbujas que experimentó el país a finales de la década de 1980 y en la de 1990”. Y no es el único.
Berkshire Hathaway, la firma de inversión de Warren Buffet, comenzó a comprar acciones de compañías japonesas ya en julio de 2019 y, actualmente, cuenta con posiciones en cinco compañías niponas: Itochu, Marubeni, Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo, con una participación del 9% en cada caso. Solo el año pasado, y gracias también a la depreciación del yen, su posición se revalorizó el 61% en dólares.
En su última carta trimestral, la firma añade estas solo reparten en torno a un tercio de sus beneficios entre los accionistas, lo que les permite utilizar la cantidad restante para construir sus negocios o recomprar acciones. A esto se suma que los directivos de las cinco han sido “mucho menos agresivos” sobre su compensación de lo que normalmente se ve en Estados Unidos.
Además, Berkshire Hathaway no descarta que pueda conseguir alianzas globales gracias a la inversión en estas cinco empresas, que tienen gran tamaño, están bien gestionadas y son respetadas en sus respectivos sectores.
Una economía frágil
La economía japonesa no se está comportando tan bien como sus mercados. El país registró un crecimiento en 2023 del 1,9%, sostenido por el buen desempeño de la primera mitad del año, que ha venido seguido de dos contracciones en los trimestres posteriores.
Al evaluar riesgos de corto plazo para la economía japonesa, MAPFRE Economics, el Servicio de Estudios de MAPFRE, destaca la posibilidad de problemas con la deuda soberana. Además, persiste la incertidumbre sobre si las economías emergentes exportadoras de materias primas lograrán estabilidad en precios y crecimiento económico simultáneamente.
“La evolución en el exterior influirá en la economía japonesa, y existe incertidumbre en torno a las materias primas, con movimientos inciertos en ambos sentidos”, señala MAPFRE Economics en su informe ‘Panorama económico y sectorial 2024’. Para este año, el Servicio de Estudios de MAPFRE anticipa un crecimiento del 0,9% y para el que viene, del 1%, con una inflación del 2,2% y del 1,7%, respectivamente.
Por otra parte, Boyar recuerda que los resultados empresariales nipones han sido buenos, el desempleo se mantiene en tasas muy bajas y la política monetaria sigue siendo bastante laxa, con los tipos de interés en el -0,1%.