El término ‘shock de oferta’ se acuñó por primera vez en los años setenta con la crisis del petróleo (1973-1979). Con este concepto, se pretendía explicar cualquier perturbación de naturaleza distinta a las consideradas en el comportamiento ordinario de la economía.
Nos enfrentamos a un escenario de desaceleración económica, algo sobre lo que nadie duda a estas alturas, e incluso se empieza a descontar ya una posible recesión.
Los antiguos griegos dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a resolver la cuadratura del círculo. Era imposible con los medios que tenían, pero esos esfuerzos contribuyeron a hacer grandes progresos en el pensamiento y la ciencia.
Durante esta semana, se han vuelto a ver episodios de cierto pánico vendedor en Bolsa.
Es de sobra conocido que el balance de las aseguradoras es, por lo general, muy conservador. La naturaleza del negocio así lo obliga, dado que se debe lograr el adecuado casamiento en plazo y tipo de interés entre los pasivos asumidos y los instrumentos de inversión que los respaldan.
MAPFRE se ha convertido en la compañía del selectivo español con mayor rentabilidad por dividendo proyectada para los doce próximos meses.
La realidad impera en las decisiones de inversión de los profesionales: tras dos años de pandemia, los recientes acontecimientos geopolíticos están reconduciendo de alguna forma el comportamiento los mercados ya no solo en el presente, sino también de cara a los próximos meses.
El mercado americano no atraviesa su mejor momento: mientras el S&P500 se ha dejado un 14% en lo que llevamos de año, el tecnológico Nasdaq de ha desplomado más de un 20%.
La nueva política monetaria más ‘hawkish’ de subidas de tipos está reconfigurando las expectativas de inversión, virando el interés hacia el sector bancario como uno de los mayores beneficiados de la nueva hoja de ruta de los bancos centrales.