La inflación y la guerra golpean al consumo de las familias
Redacción Mapfre
Las bolsas siguen recuperándose tras las primeras semanas de conflicto. De hecho, la gran mayoría de índices han vuelto a niveles previos al estallido. Aun pudiendo parecer una noticia alentadora, los analistas están preocupados por que la situación de guerra pueda acabar normalizándose por parte de los bancos centrales y los mercados. No obstante, cualquier novedad al respecto podría alterar del día a la mañana la situación de los selectivos, evidenciando que seguimos ante un contexto de incertidumbre donde el ruido se ha apoderado de los movimientos del mercado.
Esto, lógicamente, se está trasladando a muchos sectores, lo que está poniendo un palo sobre la rueda de la recuperación económica esperada para este año. La agencia de calificación Fitch, en una de sus previsiones, rebajó el crecimiento del PIB español hasta el 5% (frente al anterior 6,3%), algo que Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión, ve en cierta medida “acertado”. “El escenario ha cambiado, hay muchos más riesgos para la economía que hace unos meses y que pueden afectar a las expectativas de mercado y, además, a la economía real”, afirma el experto en una entrevista en Radio Intereconomía.
La demostración de que el impacto de las últimas noticias se está notando no solo en las previsiones sino también en el propio funcionamiento de la economía está muy presente en el petróleo, del que “dependen muchas empresas”: “La volatilidad y el precio influyen en las decisiones de los negocios a medio y largo plazo”.
Por ende, el consumo de las familias se está viendo también agravado. Actualmente, para el consumidor final, hay muchas fuentes de incertidumbre (inflación, guerra, tipos e hipotecas, entre otros) que están pesando mucho sobre sus decisiones. Dicha situación es aún peor cuando “hay problemas de suministro” ya no solo en nuestro país, sino en toda Europa. Sin embargo, Alberto Matellán reconoce que España está atravesando una situación más turbulenta por “los costes de la energía, que han subido muy rápido (i); una tasa de paro superior (ii); unos precios alimenticios que ya se están trasladando a las pymes (iii); y unos costes elevados del transporte que están afectando a este tipo de bienes (iv)”.
Con todo esto, reconoce que “estamos destinados a un crecimiento más bajo en todo el continente”. Aun así, y de cara al inversor particular, pueden presentarse oportunidades en el mercado. Más allá de los factores exógenos que puedan condicionar la composición de las carteras, el economista recalca que “deben contar con un perfil que responda a sus objetivos vitales”.