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Entorno favorable en los mercados para el segundo semestre, pero ojo con los riesgos

Jul 17, 2024

Redacción Mapfre

Redacción Mapfre

Informe mensual de MAPFRE Gestión Patrimonial

 

Concluido junio, se da el pistoletazo de salida a la temporada estival en la que el tráfico aeroportuario aumenta considerablemente. Desde que a mediados del año 2022 los bancos centrales se embarcaran en un giro radical de su política monetaria (pasando de muy laxa a muy dura), muchos inversores han utilizado el símil del aterrizaje de un avión para expresar su visión sobre cómo las economías verán frenado su crecimiento debido al efecto de las alzas en los tipos de interés. Si bien en 2023 el consenso era de un aterrizaje forzoso (caída fuerte de la inflación y el PIB con aumento del desempleo), a medida que la economía norteamericana seguía desafiando las leyes de la gravedad el consenso de mercado empezó a plantearse otras opciones como la de un aterrizaje suave (convergencia de la inflación hacia el 2% sin un daño reseñable al crecimiento y a la tasa de paro), o incluso un no aterrizaje (crecimiento e inflación al alza y desempleo a la baja).

En esta primera mitad del 2024, la ausencia de turbulencias ha elevado el optimismo de los inversores (con la inestimable ayuda del auge de la inteligencia artificial), descontando cada vez con mayor probabilidad el escenario perfecto (y descartando una reaceleración de la economía mundial): la desinflación se ha confirmado con tasas de variación de precios intermensuales más bajas y una normalización de muchas de las variables macro que se habían visto alteradas tras la recuperación post-pandemia.

Sin embargo, más recientemente, la debilidad que se venía reflejando en el sentimiento de los consumidores y empresarios ha visto su reflejo en los datos macroeconómicos (ISM, ventas minoristas, desempleo…) y ha llevado al índice de sorpresas macro estadounidense a su nivel más bajo en varios años. El mercado, en lugar de preocuparse por esta debilidad reciente, parece volver al mantra “malos datos = alzas en la renta variable”, ante la expectativa de una política monetaria más laxa que evite un accidente financiero y contrarreste la cada vez más agotada vía fiscal.

 

La Fed: tipos más altos por más tiempo

Había mucha expectación en el mercado acerca de la reunión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de junio tras la decisión una semana antes por parte del Banco Central Europeo (BCE) de recortar los tipos. Además, la decisión sobre política monetaria coincidía a su vez con la publicación del dato de inflación de mayo en Estados Unidos.

Comenzando por los precios, la lectura se saldó por primera vez en tres meses con un dato por debajo de lo esperado (3,3% vs. 3,4% en términos interanuales) debido principalmente a unos precios energéticos más bajos. En el desglose entre inflación de servicios y de bienes, continúa la senda desinflacionista en los bienes, que caen por segundo mes consecutivo y se sitúan en una tasa interanual del -1,7%, mientras que, en el caso de los servicios, se atisba un pequeño freno en el aumento de los mismos, debido principalmente a una caída ligera de los alquileres imputados (componente que pesa más de un 25% en la cesta del IPC estadounidense). Tras conocerse estos datos, se produjo un movimiento a la baja en las rentabilidades exigidas en los bonos estadounidenses, que fue neutralizado pocas horas después por el discurso del presidente del orgnaismo, Jerome Powell, en la rueda de prensa posterior a la reunión de la Fed.

Aunque el Comité de Mercado Abierto decidió mantener los tipos de interés sin cambios, sí hubo varios cambios relevantes con respecto al diagrama de puntos y expectativas del trimestre anterior. En concreto, los miembros con derecho a voto de la Fed pasaron a atisbar solamente un recorte de tipos a lo largo del 2024 (frente a los tres esperados de la reunión de marzo) y elevaron el tipo de interés neutral (aquel que ni acelera ni frena el crecimiento/inflación) en 0,25% hasta el 2,75%. Fue este último punto lo que a nuestro parecer es más relevante dado que supone el reconocimiento por parte de la Fed de que la economía norteamericana necesita de tipos de interés más altos de forma estructural para controlar los precios (algo de lo que hemos hablado regularmente en nuestros informes mensuales). Pese a todo ello, el mercado sigue esperando dos recortes de tipos de interés por parte de la Fed en lo que resta de año, especialmente tras el debilitamiento de los datos macro ya comentados anteriormente.

 

La diversificación sigue sin pagar

Finalizado la primera mitad del año, la tendencia de concentración en los índices continúa intratable. No es de extrañar entonces que muchos inversores hayan puesto su punto de mira en los resultados empresariales del segundo trimestre como un catalizador que amplifique el número de compañías que suben por encima de la media de los índices y que el mercado alcista que arrancó en octubre de 2022 tenga una aspecto más sano con un grado de participación mayor.

En este sentido, el mercado espera un crecimiento de beneficios de doble dígito (10,57% en 2024) en Estados Unidos liderados por el sector tecnológico y de las comunicaciones, pero con la aportación de otros sectores menos frecuentes como puede ser el sector financiero o el de ‘utilities’. Algo también importante a resaltar es que el crecimiento de beneficios también se mantendría en términos de doble dígito en 2025.

Si nos fijamos en Europa, el crecimiento esperado para este año 2024 será ligeramente negativo (tras un año 2023 en el que superaron en crecimiento a las compañías norteamericanas) debido a la falta de grandes compañías tecnológicas que tiren del crecimiento de beneficios hacia arriba junto con una débil recuperación de la demanda doméstica china (por su gran dependencia) y la pérdida de impulso (principalmente fiscal) por parte de las principales economías (Francia y Alemania).

 

2024: un año electoral

Por todos era conocido ya que este año 2024 sería un año sin igual en lo que a procesos electorales se refiere. A comienzos de año muchos análisis mencionaban en su guía para los mercados las más de 100 citas electorales que se llevarían a cabo y la repercusión que muchas de ellas podrían tener en un panorama geopolítico alterado por las guerras en Ucrania y Palestina y una fragmentación entre los aliados de las dos grandes potencias económicas: Estados Unidos y China.

Solamente en junio tuvimos comicios en México, en Europa con motivo de las elecciones al parlamento europeo y en Francia (derivadas del fracaso del partido del presidente Emmanuel Macron en las anteriores). El resultado de todas ellas condujo a un aumento de la volatilidad en la cotización de los activos más expuestos a estos países: el peso mexicano caía con fuerza tras la victoria por mayoría absoluta de la candidata izquierdista Claudia Sheinbaum y la prima de riesgo francesa se elevaba hasta los 80 puntos básicos tras la victoria del partido de M. Le Pen en la primera vuelta de las elecciones legislativas.

Más allá de los resultados electorales (para los cuales el mercado ha demostrado muy poco poder de predicción y un nulo impacto en el largo plazo), el riesgo geopolítico ha ido aumentando a medida que lo hacía la incertidumbre. Una incertidumbre que también ha empezado a sentirse en Estados Unidos de cara a las elecciones presidenciales del próximo noviembre. De hecho, la controvertida actuación del actual presidente demócrata Joe Biden en un primer debate con su oponente Donald Trump elevó las posibilidades del candidato republicano de volver a ser elegido presidente y desde entonces hemos visto un aumento en la TIR de los bonos ligados a la inflación y un rally fugaz en los segmentos más cíclicos del mercado.

En los próximos meses, el ruido político irá en aumento y compartirá protagonismo con las decisiones de los bancos centrales que, bajo nuestro punto de vista, siguen siendo los actores principales en el devenir de los mercados en el medio y largo plazo.

 

Conclusiones: las perspectivas siguen siendo buenas

La primera mitad del año se salda con un resultado bastante sólido para la economía mundial: las previsiones de crecimiento han ido ajustándose al alza y los activos de riesgo se han comportado mejor que aquellos con un tinte más defensivo. Aunque la foto general para lo que resta de año sigue siendo la de un entorno bastante favorable para el devenir de los mercados (especialmente si nos fijamos en los beneficios empresariales), la reciente debilidad de algunos datos macro ligados a la falta de nuevo estímulo fiscal, la falta de progreso en la moderación de la inflación y una política monetaria todavía restrictiva presentan algunos riesgos que sigue siendo conveniente tener en cuenta a la hora de confeccionar las carteras.

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