Consecuencias de la mayor subida de tipos del BCE
Redacción Mapfre
Con el verano llegando a su fin, las reuniones y la publicación de datos macroeconómicos a ambos lados del Atlántico han vuelto al escenario central. El primer evento destacado, antes del encuentro de la Reserva Federal del 21 de septiembre, ha tenido cita en Frankfurt con la reunión del Banco Central Europeo, en la que se ha anunciado la mayor subida de los tipos de interés de su historia: 75 puntos básicos, situando el tipo de interés de refinanciación principal en el 1,25%, el de depósitos en el 0,75% y el marginal de crédito en el 1,5%. El mismo organismo ha anticipado, además, que subirán nuevamente los tipos en las próximas reuniones (bajo estricta supervisión) para moderar la demanda y proteger a la economía “frente al riesgo de un aumento persistente de las perspectivas de inflación”.
Según MAPFRE Economics, estas nuevas medidas obedecen “a un enfriamiento adicional de la demanda (amortiguada en parte por la expansión fiscal actual), una mayor sincronía con el endurecimiento monetario global y un anclaje del tipo de cambio en los niveles de paridad que modere la inflación importada”.
Es bien sabido que el cometido principal de dichas subidas es frenar el aumento de la inflación, pese a que los analistas reconocen que gran parte de la responsabilidad deriva de factores exógenos (problemas de suministros y la cuestión energética, principalmente): el nivel de precios, según los últimos datos publicados sobre la eurozona, se sitúa en el 9,1%, con una subyacente preocupante del 4,3%.
Pero es que, además de la inflación, las medidas anunciadas este jueves pueden traer, según los expertos del área financiera de MAPFRE, consecuencias en los distintos brazos de la economía europea.
Producto Interior Bruto (PIB)
El principal damnificado del encarecimiento generalizado de los precios están siendo, sin duda, los bolsillos de los ciudadanos: mientras que la inflación superó el 10% en el mes de julio (máximos desde septiembre de 1984), los salarios apenas han crecido un 2,5%, lo que penaliza, según Daniel Sancho, responsable de inversiones de MGP, “al consumo doméstico y, con eso, al crecimiento económico y los márgenes empresariales”.
Inflación
Por lo tanto, el principal argumento de los bancos centrales para aumentar los tipos de interés es el de controlar el nivel de precios. Los expertos asumen que la inflación en los próximos meses seguirá siendo alta, principalmente impulsado por la cuestión energética que, conforme se acerque el invierno, cogerá aún mayor protagonismo.
Viendo que todavía no se atisba un cambio de tendencia de la curva de precios, Sancho cree que las bolsas estarían ya descontando incluso más subidas para las próximas reuniones, por lo que el anuncio del jueves no será el último para abordar la inflación.
Mercados
De hecho, los principales selectivos ya habían descontado una subida de, al menos, 50 puntos básicos, sin descartar incluso los 75 pb. Como afirman desde MAPFRE, los mercados se habían puesto en el peor de los casos.
Sin embargo, Ismael García Puente, gestor de inversiones y selector de fondos en MGP, cree que las bolsas todavía no han tocado suelo. El rebote que se alcanzó hasta mediados de agosto, afirma, “no lo comprábamos porque no había cambiado la situación”. “Al final, tiempo está dando la razón, y desde la última mitad de agosto nos ha traído todos los problemas de principios de año”, reconoce García Puente que, con el complicado inicio de curso, pone el foco sobre los beneficios empresariales, ya que “todavía no se han ajustado a la baja y, por tanto, no reflejan el sentimiento del consumidor”.
Euro/dólar y libra/dólar.
Otro de los efectos más directos de la subida de tipos del BCE es sobre el valor del euro respecto al dólar. Hace dos meses, se llegó a alcanzar la paridad entre ambas divisas, algo que no sucedía desde 2002. La cuestión, como afirmaba Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión, “era más un fortalecimiento del dólar que un debilitamiento del euro”.
A priori, una de las variables en la variación del euro/dólar es, según el selector de fondos, la discrepancia en los tipos, sumado al miedo de la recesión, “que favorece al dólar” por ir el BCE con algo de retraso respecto a su homólogo norteamericano. “Es posible que, pese a la subida de 75 pb, la depreciación del euro pueda suponer un alivio a corto plazo para la economía europea, pero no vemos una trayectoria muy ascendente para el euro con una recesión en ciernes”, explica.
En este sentido, el Banco de Inglaterra (BoE) tiene la misma obligación de acometer subidas de tipos para poner freno a la inflación. La libra, en su caso, tiene el componente adicional de que el país tiene que afrontar la crisis por su cuenta, sin apenas contar con respaldo desde su continente. Paralelamente al BCE, Ismael García Puente cree que el BoE subirá más los tipos que el organismo presidido por Christine Lagarde: “Esto beneficiaría a la libra (al igual que en el caso del euro, en el corto plazo), pero perjudicaría a las empresas exportadoras del país”.
Euríbor y condiciones financieras
Desde la primera subida de tipos anunciada por el banco central, el euríbor (tipo de interés que se aplica como referencia en los préstamos hipotecarios de tipo variable) no ha dejado de subir, alcanzando incluso niveles cercanos a los de 2012 (ver gráfica).
Cercano al 2%, tanto familias como empresas tenedoras de préstamos hipotecarios a tipo variable han visto cómo el euríbor ha avanzado vertiginosamente en los últimos meses. Daniel Sancho reconoce que, tras recuperar el terreno positivo tras seis años por debajo del 0%, el nivel actual “ya se está notando en los ciudadanos de a pie y las pymes”, al igual que las condiciones financieras que explica que, por el entorno de incertidumbre, se han vuelto mucho más exigentes.
Carteras de inversión
El contexto tan cambiante obliga a muchos inversores a actualizar sus carteras. Las petroleras, gasísticas y, en definitiva, las compañías energéticas se han beneficiado del entorno inflacionista a raíz de la guerra en Ucrania. Los precios energéticos altos, por tanto, les favorece, pero García Puente recuerda que “se han visto ganancias en el corto plazo, pero a medida que nos adentremos hacia un menor consumo, la demanda será menor y eso les acabará afectando”.
Previo al verano, comenta, los gestores de MAPFRE comenzaron a reducir la beta de las carteras (menor riesgo), en favor de sectores como “consumo básico, salud e infraestructuras”, ya que “se comportan bien en una etapa final de ciclo y dotan de defensa al inversor, por lo que tiene todo el sentido si todavía nos encontramos en el suelo del mercado”.
Con la dicotomía de si entrar o no en el terreno inversor, la subida anunciada abre nuevas alternativas de inversión y ahorro. Así, los depósitos se pueden convertir en una alternativa real, si bien es cierto que la rentabilidad actual de dichos productos no palía completamente el efecto de la inflación (si la rentabilidad es menor al IPC, “el cliente pierde poder adquisitivo”).
Sancho argumenta que si se está pagando una rentabilidad por depositar nuestro dinero, esto demuestra que hay alternativas en las que, “delegando en un gestor, se conseguirán mejores oportunidades”. Debe ser, en definitiva, la figura del asesor la que debe enseñar al inversor todas las alternativas posibles más allá de los depósitos y “no tener miedo al largo plazo”.