Las claves para ir al ritmo de la nueva regulación ESG
Redacción Mapfre
Hace unas semanas se celebró el día de la Tierra, fecha indicada para promover actitudes sostenibles en la vida diaria y concienciar a la población de la importancia de proteger nuestro entorno de cara a futuras generaciones. Pese a que la sociedad esté inmersa en un, cada vez más inevitable, cambio climático, en los últimos años se ha dado un empujón en la introducción de la sostenibilidad en las decisiones de los individuos. De hecho, una reciente encuesta de YouGov concluía que más de la mitad de los españoles (57%) califican su comportamiento cotidiano como “sostenible”, aunque creen que podrían hacer más. Por el contrario, un 17% cree que su comportamiento se aleja de lo sostenible, si bien reconocen que les gustaría poner su granito de arena.
Esta tendencia al alza se ha hecho eco también en el ámbito financiero: las gestoras y fondos de inversión están inmersos en un acercamiento gradual hacia productos sostenibles que ha venido acompañado, además, de una mayor demanda (tanto por parte de inversores particulares como institucionales) de activos ligados a los criterios ESG. Este tipo de productos está siendo guiado por la nueva regulación SFDR (EU Sustainable Finance Disclosure Regulation o Reglamento de Divulgación en matera de finanzas sostenibles de la UE) que, más allá de otorgar transparencia, está condicionando de alguna forma el comportamiento de los mercados (ya sea obteniendo protección del sistema financiero frente a los riesgos de la sostenibilidad o canalizando financiación hacia actividades sostenibles).
El nuevo paradigma regulatorio, por tanto, está homogeneizando lo que se considera como sostenible. “Se está ordenando el sector”: esta fue una de las conclusiones extraídas del evento Aseafi Green Evolution sobre asesoramiento financiero, que contó con la participación de Eduardo Ripollés, director de negocio institucional y ventas de MAPFRE AM. El efecto catalizador del SFDR ha provocado que haya una mayor proliferación de productos asociados a los artículos 8 y 9 del reglamento en nuestro país (considerados productos que apuestan firmemente por la sostenibilidad).
Frente al ‘boom’ de oferta (y con el miedo de caer en la trampa del ‘greenwashing’ o eco-postureo), Eduardo Ripollés considera en este sentido que “MAPFRE ha hecho un acercamiento prudente al mundo sostenible”. “Para ello, hemos tomado un camino más lento, ordenado, primando la calidad por encima de la cantidad”, añade el experto de la gestora de activos.
La importancia de la educación financiera en el asesoramiento
Eduardo Ripollés reconoce la gran avalancha informativa y regulatoria que está llegando al sector a raíz del nuevo reglamento, hecho por el cual “el asesor juega el papel de catalizador” de toda esta información hacia el cliente: “El mercado crece a la vez que la nueva regulación y el mensaje final tiene que ser de confianza”.
Esta aproximación requiere, por tanto, de una formación que permita explicar a los inversores, de un modo más sencillo, en qué consisten cada uno de los productos ESG. “Debemos educar a los inversores en torno al binomio rentabilidad financiera-no financiera. Como compañía aseguradora, tenemos que ser coherentes con nuestra huella eco-social, poniendo el foco sobre la “S” de Social”, explica.
Este nexo que comparte el profesional con el inversor ha devuelto a un primer plano la importancia de la educación financiera. “El mundo sostenible acaba de aterrizar en el mercado español; si nos saltamos etapas vamos a generar desconfianza en el producto”, aclara.
Los criterios ESG, hasta ahora, se han ido adaptando a los nuevos escenarios. Tal es así que el propio sector financiero ha ido de la mano de la nueva regulación en la creación de productos que sigan los principios marcados por el reglamento europeo. Y para MAPFRE no es nada nuevo. De hecho, el Grupo asegurador inició el camino hace unos años a través de fondos que apuestan por la E (environmental o medioambiental) y la S (social).
Está, por ejemplo, el caso del MAPFRE AM Capital Responsable, que cubre los principios que rigen las políticas de impacto ambiental. El fondo mixto se centra en favorecer a compañías y entidades que siguen criterios sostenibles bajo el supuesto de que estas otorgan un perfil de rentabilidad-riesgo más adecuado. Además, trata de concienciar de la importancia de la inclusión de criterios medioambientales en la toma de decisiones de las empresas, primando aquellas que lo tienen incluidos en su gobierno corporativo.
La parte social, en este caso, viene representada por el MAPFRE AM Inclusión Responsable, un producto de inversión calificado de impacto social que, a través de una metodología novedosa (desarrollada por MAPFRE y La Financiére Responsable), selecciona aquellas compañías comprometidas con la inclusión de la discapacidad en los puestos de trabajo.